miércoles, 11 de junio de 2014

¡TENNO HEIKAI BANZAI! (Larga vida al Emperador!) o El último grito de Mishima


¡TENNO HEIKAI BANZAI! (¡Larga vida al Emperador!) o El último grito de Mishima

(Sobre fragmentos intervenidos de “Mishima o la visión del vacío” de Marguerite Yourcenar)  


Reservemos para el final la última imagen, la más traumatizante, tan impresionante que sería reproducida muy pocas veces. La cabeza cortada de  Mishima sobre la alfombra del césped del Estadio, probablemente de acrílico, casi tocando los pies del jugador que miara hacia otro lado. Sería así posible la vergüenza, tal vez más estupor que espanto. Por unos segundos al menos, el desconcierto, el vocinglero griterío del estadio se reduciría al silencio. Unos instantes al menos. Mientras por los altoparlantes suena la voz desgarradora de la madre, sin saber si se acerca al grito o al llanto: “NO LO COMPADEZCAN, por primera vez en su vida hizo lo que quería” Acto seguido el anuncio de una tarjeta de crédito, la voz alegre del locutor arranca nuevamente el violento rugido de la barra enardecida en el estadio, otra vez las serpentinas, los ¡viva, viva! lastimosos, la parodia idiotizada del esclavo, entonces el MUNDO nuevamente sigue girando, tan impávido, frente a la tragedia humana.

Pero en la noche, cuando el sueño se acurruque como un cadáver en la espalda de quienes asistieron al estadio, en medio de la espesa bruma del descanso que se acerca, se preguntarán cómo llegó allí esa cabeza, quién la llevó, porque los jugadores la patearon sin descanso, hasta convertirla en un sucio pingajo ensangrentado. Se preguntarán por qué, cuando no quedó de ella nada, se retiraron, sudorosos, con la cabeza baja y la mirada extraviada cuidando sus espaldas del látigo furioso de los árbitros. Se preguntarán por qué el relator contaba chistes obscenos y racistas por los alto-parlantes y por qué entre chiste y chiste se oía a la madre gritar “NO LO COMPADEZCAN”. Y cuando crean encontrar la respuesta en las banalidades superfluas e la vida, les vendrá el recuerdo de la cabeza de Mishima girando en el aire, gritando: ¡TENNO HEIKAI BANZAI! Y como en un vulgar acto de magia de un circo abandonado, la ignominiosa compañía del desvelo se les sentará de improviso a su lado.


…mientas tanto, un objeto perdido en el oscuro campo de juego, resto ya casi inorgánico de estructura destruida, espera el fuego, para sólo ser residuo mineral y cenizas, no hay más banderas desplegadas, no más senos voluptuosos bajo remeras mojadas, no mas carteles escritos “QUE VIVA LA PATRIA”, apenas sólo queda el vacío inútil de su hazaña, que no durará en la memoria del pueblo, más que el pitido de comienzo de otro partido en el estadio.